Reseña del libro “Magister Cambrigensis”
  • Mente y Cultura
  • Volumen 6, Número 1, Enero-Junio 2025
  • Artículo Original

Reseña del libro “Magister Cambrigensis”

 

Filiberto Fuentenebro de Diego 1

1 Profesor Emérito. Departamento de Psiquiatría. Facultad de Medicina Universidad Complutense, Madrid.


La fundamental aportación a la psicopatología, la clínica psiquiátrica, la historia y la epistemología de la psiquiatría por parte de la Escuela de Cambridge es paradigmática. Epistemología de la psiquiatría puede considerarse un complemento y urdimbre conceptual de la anterior y monumental Historia de los síntomas de los trastornos mentales (Berrios 2008), de su fundador, el profesor Berrios. En la introducción, los autores ponen en el tablero lo que supone el grupo de epistemología y psiquiatría de Cambridge: “El grupo de epistemología y psiquiatría de Cambridge, dirigido por el profesor Berrios, representa un colectivo superior a cincuenta académicos (psiquiatras, psicólogos, historiadores y filósofos) que han trabajado (y algunos lo siguen haciendo) en Cambridge, durante un periodo de más de cuarenta y cinco años en la tarea de revisar y renovar la psiquiatría. Se trata de responder a cuestiones relativas al conocimiento psiquiátrico, como, por ejemplo, ¿cuál es su naturaleza?, ¿dónde se origina?, ¿cuáles son sus fuentes? y ¿cuál es su estabilidad, legitimidad y persistencia? En definitiva, es necesario entender por qué y cómo se construyeron el lenguaje y los objetos actuales de la psiquiatría. Esto requiere recurrir a disciplinas como la historia, la filosofía, la psicología social, la antropología, la lingüística y la hermenéutica”. Es, pues, a esta fascinante aventura intelectual donde remite el libro de Berrios y Luque.

El libro está estructurado en cinco apartados. El primero, “Filosofía y epistemología de la psiquiatría”, parte de las historias culturales de estos conceptos para progresar hacia el análisis del modelo médico en medicina y psicopatología, la etiología, comorbilidad y clasificación en psiquiatría y, ulteriormente, adentrarse en los conceptos de psicogénesis, epistemología histórica de la interacción cuerpo-mente y tiempo y locura. Como en el resto de los capítulos, remiten didácticamente a unas conclusiones que pueden considerarse un cierre à la Berrios, como en sus influyentes conferencias. Estas conclusiones son sumamente pertinentes para el psiquiatra actual al recordarle que “los síntomas mentales son constructos complejos en los que las señales biológicas simples experimentan una configuración semántica profunda. Esto significa que la psiquiatría biológica no puede tener el camino libre y que se necesita una teoría semántica vigorosa de la formación de síntomas”.

“Psicopatología: el lenguaje de la psiquiatría” es el título de la segunda parte. En tanto lenguaje de la descripción de la enfermedad mental, los autores abordan su génesis, el contexto psicológico que constituyó su urdimbre teórica durante su desarrollo (psicología de las facultades, asociacionismo, forma y contenido de los síntomas, síntomas físicos de la locura, conductas no verbales, experiencias subjetivas etc.), para terminar analizando la psicopatología descriptiva como sistema cognitivo así como su eficiencia en la clínica. Las páginas dedicadas a la arquitectura histórica del consolar y clasificar y el venero teórico en que se apoya merecen mención especial. Se cierra con el análisis pormenorizado de la epistemología de la psiquiatría en un meticuloso recorrido a través de sus orígenes, los alienistas, el valor epistemológico de la psicopatología, su formación y desarrollo, así como las consecuencias pragmáticas de su aparición.

A los objetos de la psiquiatría va dedicada la tercera parte. Partiendo del análisis del concepto de síntoma mental se llega a los modelos de formación de síntomas así como a los síntomas médicamente inexplicados y los que acompañan a las enfermedades físicas, constatando su inestabilidad y explicando por qué en la psiquiatría actual no han recibido la atención debida.

La forma y estructura de los síntomas mentales son temas que ha abordado Berrios en los últimos años, en solitario o en colaboración con Ivana Marková, con enorme originalidad. El recorrido transcurre desde el concepto de forma en Jaspers hasta la determinación de la configuración del síntoma mental, sin olvidar su historia en neurobiología y psicología. En trabajos previos, Berrios ha delineado en clave sumamente original las vías de la formación de los síntomas, su heterogeneidad y modelos. Abordar los síntomas mentales como objetos híbridos implica que estos “no se explican por su naturaleza neurobiológica intrínseca, sino tan solo por la envoltura semántica y simbólica que les confiere un valor comunicativo particular”. En este sentido, estos “objetos híbridos” tienen un origen y una construcción y clasificación. Hay unos configuradores sociales y culturales que determinan la capa interaccional del síntoma mental. Una incursión final en la historia conceptual de los síntomas positivos y negativos, desde Reynolds, Jackson, Ribot, de Clérambault, von Monakow y Mourge a Henry Ey, pone de manifiesto una serie de cuestiones sumamente pertinentes, como la crítica a su uso “ateórico” actual en la esquizofrenia o la posibilidad de su estudio en otros trastornos mentales.

La parte cuarta integra la epistemología de las emociones con una llamada de atención al restringido papel con que los trastornos afectivos han contribuido, a lo largo de la historia de la psiquiatría, a la definición de los diagnósticos. Un brillante recorrido histórico conceptual transcurre desde el pathos en la Grecia Clásica, las pasiones y su conversión en emociones para proponer, desde la perspectiva del Grupo de Cambridge, un nuevo modelo de emoción. Este debería articular los aspectos sociales, semánticos y vivenciales de estas conductas.

Las dos últimas subsecciones de este capítulo están destinadas a la historia conceptual del rostro en medicina y psicología y a la epistemología histórica de la espiritualidad en Occidente. El análisis del rostro como “constructo cultural” requiere “una disciplina que pueda recurrir por igual a la biología, la teología, la poesía, la historia, la filosofía, el retrato y la estética”. La epistemología histórica de la espiritualidad pone su foco en las variaciones que este concepto ha registrado en respuesta a los cambios culturales. No se trata tanto de desvelar sus aspectos ontológicos sino que remite a la comprensión de aquellos fenómenos que pueden ser evaluados como espirituales y las respuestas que desde la cultura, la religión o el Zeitgeist de cada momento se han dado a tal profundo interrogante.

La sección quinta y última está dedicada a la epistemología de los datos en psiquiatría. Esta “calibración” ha sido diacrónicamente una llamada de atención en múltiples trabajos del profesor Berrios. Tal calibración ha pasado históricamente por las primeras representaciones escalares de la intensidad y gravedad de los síntomas, su dimensión temporal en psicopatología, el procesamiento de los datos clínicos y su ulterior interpretación y comunicación para concluir con el análisis de las escalas de evaluación, sus aspectos semánticos y capacidad informativa. Si durante estos últimos años hemos sido bombardeados por la “psiquiatría basada en la evidencia”, en un tour de force final los autores nos advierten con total honestidad intelectual de su talón de Aquiles, ya desde su nacimiento, así como de los enemigos visibles e invisibles de los que pronto se rodeó (corporaciones financieras de seguros, industrias farmacéuticas, etc.), para terminar alumbrando una consideración mercantil de la salud en cuyo supermercado ha quedado tristemente arrumbada la relación médico- enfermo.

Si concluimos el recorrido señalando las noventa páginas que ocupan la bibliografía no es por indicar que apuntalan una erudición académica. Son el resumen de toda una vida que el profesor Berrios ha dedicado, en un esfuerzo titánico, a establecer una revolución conceptual e histórica en el estudio de la psicopatología y psiquiatría.

En los seminarios con los residentes de psiquiatría hemos podido constatar repetidamente el ayuno formativo tanto en psicopatología descriptiva como en el andamiaje histórico conceptual y epistemológico. Con este texto los lectores (sobre todo los jóvenes psiquiatras) tienen ante sí un monumento histórico, psicopatológico y cultural para profundizar en la disciplina. A remediar la carencia precitada viene en buena hora el libro del Maestro de Cambridge y su discípulo para demostrar que “la psiquiatría se define como el conjunto de consecuencias científico-técnicas y socioculturales que resultan de la correcta aplicación de un lenguaje psicopatológico”. A la creación de ese lenguaje chasliniano “bien hecho” viene a contribuir la obra entera del maître à penser cambrigense.

Con la AUTORIZACIÓN de la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría para su reproducción. Vol. 45 Núm. 147 (2025): Enero - Junio 2025 DOI: 10.4321/S0211-57352025000100021

REFERENCIAS

Berrios GE (2008). Historia de los síntomas de los trastornos mentales. La psicopatología descriptiva desde el siglo XIX. México DF: Fondo de Cultura Económica.